El exceso de lluvia o el intenso calor y sequía son las dos caras del patrón meteorológico que llamamos El Niño y La Niña, acerca del cual la población que no es especialista en la materia conoce poco o nada sobre su origen, cómo se forma y cómo llega a nuestras costas. El Niño y La Niña son un evento oceánico que ocurre en el Pacífico ecuatorial cada cierto número de años, entre dos y siete años en promedio, con efectos en todo el planeta. Tiene relación estrecha con otro evento de carácter atmosférico (de la presión atmosférica en la superficie) denominado la Oscilación del Sur.
Con el fenómeno de La Niña, las aguas cálidas de la superficie del mar circulan rumbo a Asia, llevadas al oeste por los vientos alisios. Las aguas profundas más frías suben a la superficie a lo largo de América del Sur en latitudes tropicales. Los nutrientes abundan y la evaporación merma, lo cual reduce la formación de lluvias y tormentas en la región. La duración y frecuencia del fenómeno de la NIÑA puede oscilar entre los 9 meses a 3 años, y según su intensidad se clasifica entre débil, moderado y fuerte. Por lo general comienza desde mediados de año y alcanza su máxima intensidad en los últimos meses del año, volviendo a debilitarse a mediados del año siguiente, sin embargo, la NIÑA se presenta con menos frecuencia que el Niño. Ante estas situaciones recurrentes en la región centroamericana y el Caribe resulta imprescindible la toma de medidas de prevención de parte de actores públicos, académicos, privados, y de la sociedad en general; y para ello, destaca la importancia del uso de información científica para prepararse ante los fenómenos climáticos.
Con el objetivo de continuar avanzando en el fortalecimiento de las capacidades de distintos actores de la región de Centro América y el Caribe de los sectores público, académico y del sector privado, se puso especial énfasis en las aplicaciones y servicios que brinda el Programa Copernicus de la UE para el monitoreo de estos fenómenos, contando también con las aportaciones y las perspectivas por parte de expertos y expertas de la Organización Meteorológica Mundial OMM, de la DG ECHO, y otros actores clave de la región Centroamericana.